domingo, 30 de diciembre de 2012 | By: Cristie

El Árbol de la Vida...


¿Qué es el Árbol de la Vida?

La representación del Árbol de la Vida la encontramos desde los comienzos de la historia del hombre. Simboliza la vida, y ha sido estudiado en campos como la filosofía, la religión o la mitología. Puede referirse a:

1. Un motivo en las teologías de diversas culturas del mundo. 

2. Un elemento místico que simboliza la conexión de todas las formas de vida en la Tierra.

3. Una metáfora de la descendencia evolutiva. 

Normalmente, simboliza la importancia de la vida y sus orígenes, que se encuentran en las raíces. Se suele asociar con las personas y los animales. 

El Árbol de la Vida es también conocido, en muchas creencias, como el Árbol del Conocimiento, o el Árbol del Mundo, o Árbol Cósmico. Une el cielo y la tierra, y representa a toda la creación. Sin embargo, también hay culturas que lo diferencian del Árbol del Conocimiento, que representa el bien y el mal.


Encontramos el Árbol de la Vida en diversas culturas y tradiciones, simbolizando la inmortalidad, y la fertilidad. Su origen se encuentra en el simbolismo religioso.

Cultura celta: 

La civilización celta carecía de caracteres en su lenguaje, por lo que su cultura ha sido transmitida, durante años, de manera oral. Esto ha ocasionado que la única documentación escrita que existe haya sido legada por historiadores romanos, que no sólo dejaban un escrito, sino que también lo interpretaban. Así, la mayor parte de la información y conocimiento se ha ido perdiendo, desconociendo a día de hoy el significado de muchos símbolos y creencias. La información que disponemos de la cultura celta depende de la fuente, y varía según el autor y la información que aporta. 

arboldelavidadefrecuenciasdeluz.ning.com

El Árbol de la Vida era conocido como el Crann bethadh. Los árboles tienen gran importancia en la cultura celta. La vida del ser humano se relacionaba de manera muy íntima con los bosques. El bosque proporciona cobijo, protección, animales para la caza, agua para abastecerse... Algunos árboles, como el roble, eran elementos sagrados, hacia los que los celtas sentían un gran respeto. Los druidas utilizaban los bosques para transmitir su conocimiento, y de ellos obtenían también los componentes necesarios para crear medicinas y pócimas. Dentro de sus creencias, es más que necesario tener en cuenta los árboles, la esencia de la vida.

El árbol compone los tres ejes en los que se divide el cosmos. El subterráneo, por sus raíces. El terrenal, por su tronco. Y el celeste, por sus ramas. Por lo tanto, el árbol supone el eje del mundo, la conexión entre la tierra y el cielo. El árbol nace de la Madre Tierra, de donde surge toda la vida. 


El árbol supone el eje del mundo. El druida consideraba que, ya que una parte del árbol se encuentra bajo tierra y crece hacia las profundidades subterráneas, y otra parte del árbol se alarga hacia el cielo, el árbol no podía ser otra cosa más que la conexión de estos dos planos del mundo. Así, el árbol posee un sentido central, de tal manera que se le considera el eje, la esencia del mundo. Aunque esta creencia no es sólo celta. Muchas otras culturas han considerado al árbol como elemento central entre tierra y cielo. Para la cultura celta, era el roble. Para la alemana, por ejemplo, el tilo. En culturas como la china o la india, así como la celta, el árbol que se consideraba el centro de la vida era representado con pájaros que se posaban en sus ramas. Eran considerados estados superiores al ser. Solían ser doce pájaros, lo que nos recuerda a las creencias zodiacales. Había también, junto a los pájaros, frutos. Doce frutos, que simbolizaban la regeneración de la vida en la tierra. 


El árbol era, también, símbolo del cosmos. Para el druida, la savia del árbol ofrecía sustento a la Tierra, y sus frutos proporcionaban el renacer de la vida humana. Lo mismo vemos en la cultura cristiana, por ejemplo, con los frutos del árbol del Edén, o también en las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. En la iconografía primitiva budista, vemos también cómo es el árbol Boddhi, bajo el cual Buda alcanzó la iluminación, el que representa al mismo Buda. En la cultura china se relaciona con el Ying y el Yang, uniendo las flores femeninas y las masculinas del árbol. 

Encontramos también dos tipos de árboles, que simbolizan dos cosas diferentes. Los árboles de hoja perenne, que simbolizan la reencarnación, la inmortalidad, el renacimiento de la vida. Y los árboles de hoja caduca, que simbolizan el final, la muerte. Dos maneras diferentes de ver una misma realidad. 

En Bolivia y en Haití se cree que el árbol no sólo pertenece a este mundo, sino que nace en las profundidades de la tierra, y se eleva hacia los cielos, el camino de toda vida.

Encontramos ejemplos de la importancia de los árboles en un gran número de culturas:

Cultura egipcia: 

1. En la cultura egipcia, la primera pareja era Isis y Osiris. Se dice que nacieron ambos de una acacia, su Árbol de la Vida, un árbol que encerraba la vida y la muerte. Un mito posterior habla de la muerte de Osiris a manos de Seth, que tiró su ataúd al río Nilo. Más tarde el ataúd conformaría la base de un tamarisco. 

2. El Sagrado Sicomoro, un árbol africano, conectaba el mundo de la vida y el de la muerte.


Cultura asiria: 

El Árbol de la Vida asirio se representa con nodos y líneas que se cruzan. Se trataba de un símbolo religioso importante, que se asociaba a menudo con reyes, sacerdotes o dioses. Sin embargo, se desconoce el significado de este símbolo, y actualmente se le atribuyen distintas explicaciones. La asociación de este símbolo con el nombre de Árbol de la Vida ha sido actual, no es algo de lo que dejaran constancia los asirios. No existe ninguna evidencia textual de este símbolo.


Bahaísmo: 

Para ellos, el Árbol de la Vida es la representación de Dios. Hoy en día, el Árbol de la Vida sería Bahá'u'lláh, el mensajero de Dios, y el fundador de esta religión, la manifestación de Dios en la Tierra. El Árbol de la Vida se refiere a todas las manifestaciones de Dios en la Tierra, tal y como enseña la Fe Bahaí. En algunos lugares, el Árbol de la Vida se identifica con la Carta de la Alianza escrita por Bahá'u'lláh.


Cultura china: 

1. En la mitología china, el Árbol de la Vida se representa con un dragón, que simboliza la inmortalidad, y con un fénix. Una creencia habla de un árbol del que nace un melocotón cada tres mil años. Quien come el fruto, recibe la inmortalidad. 

2. En la década de los 90 se descubrió un pozo, datado aproximadamente del año 1200 a.C., en el que se albergaban tres árboles de bronce, uno de ellos de cuatro metros de altura. En la base del árbol más alto, había un dragón, y frutos colgando de sus ramas. En su parte superior, una criatura alada con garras, probablemente un fénix. En Sichuan también se ha encontrado la representación de un Árbol de la Vida. Su base es de cerámica, y está custodiada por una criatura alada con cuernos. Las hojas del árbol son monedas y personas. En la cúspide se encuentra un ave con monedas, y el sol.


Paganismo germánico y mitología escandinava: 

1. En el paganismo germánico los árboles juegan un papel de mucha importancia, representando a sus dioses

2. En la mitología escandinava conocemos el Árbol de la Vida como Yggdrasil. Relacionándolo a él, surgen más árboles sagrados como, por ejemplo, el roble de Thor, o el Árbol sagrado de Uppsala. 

3. En la mitología nórdica, la caja de ceniza de Idunn, una de sus diosas, contenía manzanas que ofrecían la inmortalidad a los dioses.




Biblia hebrea y cristianismo: 

1. El Árbol de la Vida es un término usado en el judaísmo. La expresión se encuentra en el Libro de los Proverbios, y se asocia a la Torá. Lo encontramos en las sinagogas y en la literatura. Se utiliza, igualmente, para denominar cada uno de los postes de madera que sostienen sus pergaminos sagrados. El judaísmo representa al Árbol de la Vida con diez nodos interconectados entre sí. Se relaciona con los diez Sefirot, las diez emanaciones gracias a las cuales Dios creó el mundo. 

2. El Tabernáculo y el Arca de la Alianza fueron construidas con madera de acacia. La tradicional zarza ardiente se cree que era una acacia. Muchos cristianos consideran la acacia como el Árbol de la Vida

3. Ezequiel escribió: 

A lo largo del río, en ambas orillas, crecerán toda clase de árboles frutales con hojas que nunca se marchitan y los frutos nunca se malogran, dará frutos nuevos cada mes, porque esta agua viene del santuario. Y su fruto será bueno para comer y las hojas serán medicinales.

4. El Árbol de la Vida se menciona en el Génesis repetidas veces, pero se le diferencia del Árbol del Conocimiento, el árbol del bien y del mal. En el cristianismo el Árbol de la Vida simboliza a Jesucristo. En el cristianismo oriental, el Árbol de la Vida representa el amor de Dios.

5. El Apocalipsis dice:

En medio de la calle de la ciudad, en cada orilla del río estaban los Árboles de la vida, que llevan doce frutos en un año, una en cada mes, y sus hojas son la cura para las naciones. 

 

India: 

1. La flora desempeña un papel fundamental en la cultura india, donde está muy arraigado el vegetarianismo. El simbolismo del árbol es mencionado en algunos de sus himnos.

2. Existen dos variedades de higuera en la India que son veneradas, y consideradas como Árboles de la Vida. Una de ellas, simboliza la fertilidad, y es venerada por aquellos que desean tener hijos. También es conocida como el árbol de la inmortalidad. Se creía que esta higuera había alimentado a la humanidad hasta la llegada de los granos y las semillas.

3. La higuera juega el papel de observador en el hinduismo. Los sabios se sientan a la sombra de la higuera para encontrar la iluminación. El árbol bajo el cual Buda alcanzó la iluminación era un pipal, un tipo de higuera.

4. La higuera es importante en la India porque crece de dos formas, tiene ramas que crecen hacia el suelo.


Mesoamérica: 

1. Es frecuente el concepto de Árbol del Mundo en su iconografía. Se representa con cuatro puntos cardinales, que muestran los diferentes planos del mundo, y la conexión entre el mundo subterráneo, el mundo terrenal, y el mundo celeste.

2. Encontramos iconografía en culturas como la azteca o la maya. Para los mayas, el Árbol del Mundo era una ceiba. El tronco del árbol es representado con el cuerpo de un caimán en posición vertical.

3. Los Árboles del Mundo están relacionados con las deidades, y las estaciones del año. En los lugares de culto, se plantaban árboles orientados a los cuatro puntos cardinales, representando este sistema cuatripartito.

4. Los Árboles del Mundo son representados con pájaros en sus ramas, y plantados en tierra o en agua.

5. El Árbol del Mundo central ha sido también interpretado como una representación de la Vía Láctea.

 

Urartu: 

También en esta cultura asiria fue un árbol religioso, siendo representado en los lugares de culto y en los escudos de los guerreros. Se representa con las mismas ramas a ambos lados del árbol, llevando cada rama una hoja, y con una hoja más en su cúspide. Se representa con unos sirvientes, en ocasiones alados, que cuidan de él a cada lado:




Fuentes:
http://es.wikipedia.org
http://mentesabiertas.info

Imágenes:
http://sainteagle.deviantart.com/
http://jesper-ullbing.deviantart.com/
http://mosredna.deviantart.com/
http://umes.deviantart.com/
http://mentesabiertas.info
http://lenredadera.blogspot.com.es/
http://www.italian-design-academy.com/
http://gesppp.zoomblog.com/
http://clubdepensadoresuniversales.blogspot.com.es/
http://puri-aprendiendovida.blogspot.com.es/
http://www.eitz-chaim.org/
http://forocristiano.iglesia.net/
http://www.wadjet.com.ar/
http://www.artof4elements.com/


domingo, 16 de septiembre de 2012 | By: Cristie

Diez y diez en el reloj...


¿Por qué en un gran número de anuncios televisivos que anuncian relojes vemos que éstos marcan las diez y diez? 

Normalmente, en los anuncios los relojes marcan entre las 10.08 y las 10.10. Las compañías que hacen este tipo de publicidad tienen una explicación de carácter psicológico para este hecho, aunque existen varias razones: 

1. La forma que dibujan las manecillas recuerda a un tick, que significa bien u OK, y que transmite la idea al espectador de positivismo. Algunos espectadores identifican también en esta forma una sonrisa. 

2. Esta colocación de las manecillas impide que pueda taparse el posible calendario que pueda tener el reloj, normalmente ubicado a las nueve o a las tres. Asimismo, tampoco taparía la marca del fabricante, situada bajo las doce. 

3. Las manecillas estarían situadas de manera casi simétrica en la esfera del reloj. El minutero forma un ángulo de 48º a la derecha, mientras que la manecilla de las horas forma un ángulo de 58º a la izquierda. La simetría exacta se encontraría en las 10h 9min y 13.8seg. Otras horas simétricas no coincidirían.

4. El rectángulo que se forma sobre la esfera poniendo como límite el minutero es un rectángulo áureo. Un rectángulo áureo es aquel que, tras extraer la figura de un cuadrado con uno de sus lados de menor longitud, el rectángulo restante en la figura es igualmente un rectángulo áureo, pudiéndose repetir esta operación hasta el infinito. Este tipo de rectángulo resulta agradable a la vista

5. A las 10.08, la mañana prácticamente acaba de empezar, lo que transmite la sensación de tener aún todo el día por delante. Las 10, además, es una hora a la que la gente se suele levantar cuando no tiene que madrugar. Por lo tanto, la hora indicada se asocia con el fin de semana, el entretenimiento y la relajación. 


No todas las compañías utilizan este recurso en la publicidad de sus relojes, aunque la mayoría sí que lo hace. Existe una regla publicitaria no escrita, según la cual todos los relojes deberían marcar las 10.10 cuando son fotografiados para un anuncio. Pero esta regla, según hemos visto, es en realidad un detallado análisis de la estética y el impacto visual y psicológico que produce en el espectador. 


Las imágenes en las que las manecillas se superponen no son estéticas, puesto que parece que el reloj sólo tiene una manecilla. Por eso, no es común ver en la publicidad relojes con la hora a las 12, a las 13.05, a las 14.10, a las 15.15, etc. 


También se rechazan las horas en las que las manecillas estén muy juntas, puesto que transmite sensación de amontonamiento. Unos diez minutos, que equivalen a 60º grados de separación, es una distancia que podría considerarse mínima. 


Tampoco agradan las horas en las que las manecillas que se oponen, porque dan la sensación de atravesar el reloj por su centro. Igualmente se rechaza cualquier hora que se encuentre en un ángulo de 180º formando una línea recta. Por ello se eliminan las 12.30, las 9.15, las 18.00, las 8.05, etc. Al igual que antes, la distancia de 10 minutos se considera mínima. 


Para conseguir un ángulo perfecto, no deberíamos, pues, ni acercar las manecillas más de diez minutos, ni separarlas más de veinte. Si las separáramos más de treinta minutos, es decir, 180º, nos encontraríamos en la misma situación en el otro lado de la esfera. Así, dividiendo la esfera en dos partes (la mitad en la que se encuentran las manecillas y la mitad en la que no), la solución más equilibrada visualmente es que una de las dos partes sea mayor que la otra. De esta manera, si dividimos la esfera de 360º en tres partes, nos quedan 120º por cada parte, lo que corresponde exactamente a veinte minutos en el reloj. Este es el ángulo que han de formar las agujas. 

Teniendo esto en cuenta, cualquier hora en la que las manecillas tuvieran una separación de veinte minutos serviría. Sin embargo, se descartan las horas en las que el minutero señala las 12, las 3, las 6 o las 9, ya que se superpondría al número, y nuevamente daría sensación de amontonamiento. Eliminando las horas en punto, y cuarto, y media y menos cuarto, mejoramos la imagen. De las horas que nos restan, es conveniente eliminar también todas aquellas que dan un valor negativo, como las tres menos cinco, prefiriendo un lenguaje psicológicamente más positivo con horas como las seis y diez. 

Llegados a este punto, nos quedan sólo seis posibilidades, de las que debemos descartar todas aquellas horas que no nos permitan ver la marca del reloj, situada en la parte superior. Así, nos quedamos solamente con las opciones de las 6.10, las 8.20 y las 10.10. La primera opción no nos sirve en el caso de que en el reloj haya una indicación acerca del modelo, puesto que normalmente se suele poner en la parte inferior. Descartando las 6.10, nos quedan dos opciones. Ambas transmiten una emoción si imaginamos la esfera del reloj como una cara. Sin embargo, son bien diferentes. Las 8.20 se puede asociar con una sonrisa triste. Las 10.10 con una sonrisa feliz. En este punto, no es difícil escoger. 

Un último detalle es que el segundero, que suele señalar hacia los 20 o 35 minutos, ya que señalar los 30, aunque dividiera la esfera en tres partes, dejaría una sensación de rigidez. Además, este pequeño desvío rompería la regla matemática. 


Las 10.10 es conocida como la hora feliz, porque la forma recuerda a una sonrisa. La costumbre de colocar las manecillas a las 10.10 en los relojes analógicos se ha transmitido también a los anuncios de algunos relojes digitales, aunque su justificación no esté en absoluto relacionada. 

Fuentes:

Imágenes: 

miércoles, 5 de septiembre de 2012 | By: Cristie

El oro y el moro...

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¿Cuál es el origen de la expresión "el oro y el moro"?

En España, en 1426, durante las guerras de la Reconquista, un grupo de paladines cristianos, fuertemente armados, venció a una partida de caballeros musulmanes, raptando a cuarenta de ellos. El aldaide de Ronda, una ciudad andaluza, el moro Abdalá, fue apresado junto a su sobrino Hamet por estos cristianos de Jerez, municipio de Cádiz, quienes pidieron un rescate por ellos. Abdalá consiguió la libertad entregando una buena suma de dinero, aunque no ocurrió lo mismo con Hamet. La esposa del caballero Fernández de Valdespino argumentó razones para no liberar al moro: los gastos de mantenerlo preso bien suponían una suma de dinero mayor de la que originariamente pedían en el rescate. Así, cuando los moros acudieron a pagar el rescate, el propio caballero Fernández de Valdespino, jefe de los captores, se negó a aceptar la recompensa que se le ofrecía, exigiendo una suma mayor. Inquietándose los moros por pensar que no recuperarían al cautivo, hubo de intervenir el monarca Juan II de Castilla, quien mandó llamar a Hamet a su Corte. Esto disgustó a los caballeros, que ya habían estado discutiendo sobre cómo repartirse el dinero, quienes hicieron correr el rumor de que el rey quería quedarse con "el oro y el moro"

File:La rendición de Granada.jpg

Desde entonces, la frase se usa cuando se prometen más cosas de las que se dan. La expresión, que alude a pretender más de lo acordado, no deja de ser una ingeniosa fórmula de repetición léxica. Se trata de una expresión popular que se refiere a aquel que pide más de lo que le corresponde. También se usa para decir que una persona pretende conseguir algo imposible.

Fuentes: